Mi vida comenzó cuando nací. Tuve una infancia feliz con mis padres, hasta que un día mi mamá se sintió mal. Yo le preguntaba ¡¿Qué te pasa mamá?! Y me contestaba “Nada, hijo”.Mi padre la llevó al hospital, le internaron, le hicieron análisis y le detectaron que tenía cáncer. Pasaban los días y su situación empeoró: se le caía el pelo y no pudo aguantar el dolor y murió cuando yo tenía 14 años. Me quedé con mi papá y con mis hermanos. Ma sentí mal, ya no quería estudiar, no tenía ganas de hacer nada. Conocí amigos más grandes que yo, con ellos aprendí a tomar bebidas alcohólicas. Ya no le hacía caso a mi padre, no paraba en mi casa, me salí de la escuela. Con mis amigos aprendí a robar. A los 16 años llegué por primera vez a la comisaría por robo. Mi padre me retiró de la comisaría, no me dijo nada, me mandó a vivir donde mi tío, al que le falté el respeto y le pegué. Me echó a la calle. Yo regresé a la casa de mi padre, andaba medio raro, no tenía ganas de hacer nada. Un fin de semana salí a bailar con mis amigos, fui, la pasé re bien, regresé a mi casa a las 5.30. Entré y le encontré a mi padre colgado del cuello en su pieza. Yo no sabía qué hacer. Fui a llamar a mi tío. Estaba shokeado. En la mano tenía una foto de mi mamá y en la otra una carta para mí, en la que decía “pórtate bien, cuida a tus hermanos”. Yo empecé a trabajar por mis hermanos. Los tres están en la escuela: uno de 10, otro de 6 y otra de 8.
Conocí a una chica con la que ahora estoy viviendo y con la que tuve dos lindo hijos y que me ayudó a salir adelante. Es 5 años mayor que yo. Soy feliz viviendo con mis hermanos y con mis hijos.
Rodrigo Quiñones 5º4º / Escuela Media Nº 7 DE 7 “María Claudia Falcone”